El oro, de la Joyería a la Gastronomía

Recuerdo que uno de los alimentos más exclusivos solía ser el caviar, servido en restaurantes de lujo y eventos especiales de ciertas familias. Sin embargo veo que todo cambia rápidamente y la gastronomía sigue evolucionando apoyando su exquisitez a ingredientes ricos, por decirlo de una manera, como el oro y la plata. El caviar mantiene su posición, pero comer metales preciosos tiene una mejor connotación este simple hecho. Así, vemos una tendencia actual con el oro, de la Joyería a la Gastronomía.

Bebidas en kilates

Hasta la fecha son diversas las bebidas que han incluido al oro como ingrediente clave para su difusión. Entre todas merece un debido respeto mencionar al Goldschläger, un aguardiente de origen italiano con sabor a canela que incluye hojuelas de oro. Así le siguen otras bebidas similares o con el mismo ingrediente común, oro.

Gastronomía de lujo

Comerse un helado con los sabores que más le guste y una capa de chocolate no es novedad alguna en estos tiempos. Dejando de lado el precio existen muchas recetas en las que el oro es el valor agregado que hace que muchos se atrevan a consumirlos. Lo podemos ver en sopas, como relleno en las rosquillas de trufa blanca, como complemento de un suculento sushi, espolvoreado sobre un singular capuchino o sobre unas brochetas de frutas con chocolate. Los platos conocidos adquieren otra dimensión gracias al oro y a la plata. Ellos se convierten en parte de una gastronomía de lujo.

Oro y plata comestible

Para algunos nos puede resultar impensable comer metales como parte de nuestra dieta o por simple lujo. Pensamos en nuestra dentadura y los daños que podría causar este metal en nuestro organismo. Sin embargo resulta increíble el enterarse que desde tiempos antiguos esta práctica se realizaba con significados religiosos, curativos y lo más esperado como lujo o símbolo de grandeza. Actualmente los productores de oro y plata comestibles como Oro Gourmet proveen diversos productos como polvo, copo, Shabin, escamas y láminas de oro de un finísimo espesor aproximado de 0,000125 mm la cual se funde en el paladar, no se nota al comer, ni altera el sabor de los alimentos con los que se combine.

En resumen, ahora no solamente podemos jactarnos de llevar un poco de metales preciosos como parte de nuestro ornato personal sino además de hacerlo parte de nuestra dieta alimenticia.

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